miércoles, 6 de octubre de 2010

Mi perrito y yo


A la edad de tres y cuatro añitos, en la soledad de mi hogar pues mis papas trabajaban lejos,  me acompañaba mi mascotica, un lindo perrito de color blanco, como un copito de nieve, pequeñito, cariñoso y además muy fuerte.  En un triciclo de plástico me llevaba como en  trineo por la calle del separador frente a mi casa. Mi perrito era compañía, afecto, ternura además mi “guardián” ; porque ahora caigo en cuenta que la señora del servicio me regañaba y creo que a veces me cascaba cuando no la veían, pero yo una pequeñita no sabía ni siquiera hablar para defenderme o para contarle a mis papas; solamente me refugiaba en la compañía de mi “mateo”.
Un día mi papa lo dejó accidentalmente afuera de la casa mientras realizaba una diligencia en el centro del pueblo y que paso pues que unos indolentes, se llevaron mi perrito…. Esta fue probablemente mi primera gran decepción en esta vida. Que tristeza mía y de todos en casa, lo buscamos, colocamos avisos con fotografías de mi Mateito pero por ningún sitio. Una señora vecina nos conto después que ella si había visto a unos que se bajaron de un carro negro y lo persiguieron pero que ella creía que ese perrito era de los extraños del carro ¡!!!!
Según dicen los que saben del desapego, mediante ejercicios de perdida de las macotas los niños asumen la realidad de la muerte. Esta lección quedo en mi memoria y no se si la habré capitalizado para ejercitar el desapego. Tal vez?  No lo se de cierto

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